Consuelo de los afligidos

23.03.2018

El ser humano se ve sacudido no sólo por la enfermedad del alma, el pecado y la enfermedad del cuerpo, el dolor físico, sino que la vida está llena de espinas y abrojos que nos afligen, nos oprimen y no nos dejan vivir en paz porque lastiman el corazón y llenan de lágrimas los ojos.

Nadie negó y nadie puede negar jamás la existencia del dolor en el mundo. Se nace con llanto; se crece luchando contra tantos obstáculos que hacen sufrir: se vive bajo el peso diario de responsabilidades y preocupaciones.

La filosofía de todos los tiempos ha intentado en vano eliminar el dolor de la vida; no ha logrado más que arrancar aquello que explica el misterio del dolor y lo hace llevadero, arrancando a Dios del corazón de muchos hombres y el dolor más terrible es sufrir sin Dios.

El pecado introdujo en el mundo el dolor y la muerte: del pecado provienen las adversidades.

El dolor recibió de Dios una misión providencial; es el artífice de toda grandeza moral. Para que el dolor cumpla en nosotros su misión debe ser acogido con Fe consciente y con cristiana resignación.

María Santísima, nuestra amorosa Madre la Consoladora de los afligidos, Ella puede y quiere endulzar nuestras amarguras y aliviar nuestros dolores, si se lo permitimos.

María hace suyas nuestras aflicciones y se apropia nuestro dolor, si se lo entregamos, y una sola mirada de piedad y de amor de esta dulce Madre basta para tranquilizar el corazón más adolorado y suavizar las más fuertes adversidades. Así lo declara en varias apariciones:

  • "Déjate moldear y formar por Mí, como un niño, con confianza y abandono. Sentirás mi Amor, el cobijo que necesitas".
  • "No tengas miedo, yo estaré siempre junto a ti; abandónate a Mí. Yo estaré contigo y te proveeré de todo: de casa, de vestido, de alimento, como una Madre saber hacer".
  • "Bajo mi manto curaré tus heridas, te daré el manjar que nutre, te cubriré y vestiré, te formaré y conduciré con maternal firmeza. Te llamo a refugiarte bajo mi manto, serás invitado a gustar en mi Corazón inmaculado las íntimas alegrías de mi Amor".
  • "Yo seré tu Capitana, entrégate a Mí, como un niño. Estaré siempre contigo y te protegeré y defenderé, enjugando todas tus lágrimas sólo como una Madre sabe hacerlo. Seré tu Luz, Abandónate a Mí, habla conmigo: dame tus dificultades, tus sufrimientos, tus dolores".
  • "Te llevaré con Amor a Jesús en la Eucaristía y formaremos una barrera infranqueable de Amor, Jesús, tú y yo".
  • "Hoy os llevo conmigo al Calvario. Aquí os quiero enseñar a amar. No hay amor más grande que el de Aquél que da su vida por los que ama. El Corazón de Madre lo siente morir y es traspasado por toda su atroz agonía. Mi amor de Madre se une al suyo para amaros; hijos, aprended de nosotros para amar siempre de este modo. Aquí os quiero enseñar a sufrir".
  • "No te desanimes cuando veas que me prometes una cosa y luego no la cumples. Pero cuando me ofreces el dolor y el arrepentimiento por tu descuido, mi Corazón maternal se llena de gozo".
  • "Cuando suceda una caída o sintáis el peso de la derrota cuando os hayáis sumergidos en el mal y en el pecado venir a Mí y yo seré vuestro sostén".