Causa de nuestra Alegría / Madre de la Alegría

07.04.2018

La alegría normal, es aquella que frívola, falsa, breve o basada en bienes materiales. La alegría cristiana es por otro lado la tranquilidad de conciencia, la amistad con Dios, paciencia en las adversidades, esperanza en los bienes eternos y el cumplir con la voluntad de Dios. El cumplir con la voluntad es una fuente de alegría por qué te hace estar bien con Dios y con el prójimo y te da una paz interior en el alma que no se consigue si se hiciera por pura moral o ética.

María supo cumplir con la voluntad de Dios, por eso ella es muy alegre, por qué vivía en amistad con él. Por otra parte, su misión, el ser madre de Dios, fue para ella de gran alegría, no por nada el Ángel le saluda diciendo: "Alégrate". Esa misma alegría debe tener nosotros, porque el que Ella aceptara la voluntad de Dios, nos trajo la salvación, y debe entonces es causa de nuestra alegría.

Jesucristo fue y es causa fundamental y primera de nuestra alegría. María es causa secundaria e instrumental.

La alegría, íntima y desbordante a la vez, que Santa María vive con la Encarnación de Jesús y que se contagia instantáneamente a Santa Isabel, encuentra ahora su cauce en el Magnificat, canto de alegría y de misericordia: "Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador".

La Iglesia se reconoce en el Magnificat, el cántico del Pueblo de Dios que camina, Con Santa María, no canta una alegría pequeña e individual: canta la alegría de la humanidad entera; una alegría que proviene de la esperanza en "Dios mi salvador". La Iglesia sabe que Dios es más fuerte que el mal: "dispersa a los soberbios de corazón", derriba del trono a los poderosos", Dios auxilia a su pueblo y eso nos produce alegría, la Tierra Prometida espera al Pueblo Santo.

Dios ha confiado esta alegría a su Iglesia, y nadie se la puede quitar, por eso canta con María: "me llamarán bienaventurada todas las generaciones". Todas las generaciones de los hombres acaban encontrando en la Iglesia una Madre; Ella custodia la alegría de la Resurrección y vislumbra, entre tanto dolor y miseria, tanta santidad oculta y fecunda: la misericordia de Dios que se derrama de generación en generación sobre los que le temen.

La alegría de María se siente, te empapa, te reconforta en sus apariciones a través de nuestra conversión sincera, pero sabiendo que esa Alegría viene después de la aceptación de nuestra propia Cruz, que se la entregamos con Amor:

  • "El que viene a Mí será consolado"
  • "Hijos, abandonaos a Mí, que os estoy protegiendo como sólo una Madre sabe hacerlo"
  • "Dadme vuestros corazones, que Yo los transformaré en tiernos retoños y los haré crecer, amando más y más al Señor".
  • "Mis manos recogen vuestras lágrimas, mi manto os cobija".
  • "Buscad el Corazón de esta Madre, bastará que sintáis necesidad de Mí, bastará que os unáis a Mí y vuestros corazones serán como Jesucristo quiere que sean".
  • "Bajo mi manto curaré tus heridas, te daré el manjar que nutre, te cubriré y vestiré, te formaré y conduciré con maternal firmeza".
  • "Te llamo a refugiarte bajo mi manto, serás invitado a gustar en mi Corazón inmaculado las íntimas alegrías de mi Amor".
  • "Sentirás alegría incluso en el dolor, es más, me ofrecerás todo tu dolor para alegrarme".
  • "La alegría que yo te doy es profunda, no es superficial, es tranquila, no trae nunca turbación, es para ti, hijo, la Alegría de la Cruz".
  • "Qué alegría siente mi corazón de Madre cuando tú me pides algo".
  • "Os invito a permanecer en la Alegría de mi Corazón Inmaculado que a todos os acoge".
  • "Vivid contentos, confiados, abandonaos totalmente a Mí. Estad siempre en oración conmigo".
  • "Aun cuando hubiereis quedado heridos, hubiereis caído, hubiereis dudado, hubiereis sido infieles,... no os desalentéis, porque Yo os amo".