Benedicto XVI: La luz que iluminó en las tinieblas, el katéjon que paraba el fin de los tiempos

02.07.2021

Benedicto XVI es la luz que brilló en las tinieblas, sirviendo a la verdadera Luz, Cristo. Mientras las tinieblas crecían, destruyendo el verdadero mensaje de Cristo y de su Iglesia, encabezada por este hombre, él era el "humilde trabajador de la casa del Señor", como él mismo se definía.

Durante su época como el prefecto de Doctrina de la Fe fueron publicados documentos contra la teoría de la Liberación, aclarando que el marxismo y comunismo son incompatibles con el cristianismo, luchando también contra la masonería.

Se le debe el Catecismo de la Iglesia Católica, dique contra el relativismo que quiere desvirtuar el dogma. la moral y la liturgia católica.

Luchó para impedir que la Iglesia sea únicamente una ONG, frente a una institución para salvar almas, objetivo claro de todo cristiano.

Su dimisión no fue del todo libre, pero en el silencio de la clausura, Benedicto XVI ha cumplido lo mencionado en 2 Tes 2, 3-8 "tan solo con quitar de en medio a aquel que lo retiene ["katéjon"], entonces se manifestará el impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca y aniquilará con la Manifestación de su Venida".

Ya en Garabandal a Conchita la Virgen le avisó que el inicio del fin de los tiempos ocurriría con Benedicto XVI, y ya ha fallecido...

El cardenal Karol Wojtyla (futuro Papa San Juan Pablo II) sorprendió a todos el 9 de noviembre de 1976 con la siguiente declaración durante el Congreso Eucarístico de Filadelfia, en Estados Unidos: «Estamos ahora ante la confrontación histórica más grande que los siglos jamás han conocido. Estamos ante la lucha final entre la Iglesia y la anti-Iglesia; entre el Evangelio y el anti-Evangelio."

En una entrevista de Peter Seewald al propio Benedicto XVI en el libro "Benedicto XVI. Últimas conversaciones", comenta el periodista que parece increíble, para un creyente, que frente al desastre religioso, espiritual y ético actual no exista, por parte del Papa, que renunció a su responsabilidad de Sumo Pontífice, ningún tipo de reacción ni escandalizada ni padecida... La mirada es aséptica: se presenta como investigador que observa el fenómeno, toma acto de la situación y, en vez de buscar los remedios, obvios, de la Tradición de la Iglesia, sostiene su autodestrucción en favor de un desarrollo progresivo de la cultura, de la filosofía, de la teología, de la sociología y, por tanto, de la Iglesia. El mundo cambia y la Iglesia está obligada a cambiar, según un diseño revolucionario. ¿El último Papa del mundo antiguo o el primero del nuevo? «Diría que ambos [...] yo no pertenezco ya al mundo antiguo, pero el nuevo, en realidad, no ha comenzado todavía» (p. 218).